La
acera de la calle bañada por la lluvia, los comercios que cierran, los camareros
que recogen vasos vacíos de las mesas de
las terrazas y los colocan en bandejas que llevan dentro del local, el eco de
los camiones de basura en las habitaciones, tu colonia dulcísima.
domingo, 12 de marzo de 2017
miércoles, 8 de marzo de 2017
La historia con final trágico
Ramón se sacó aquella cosa enorme y empezó a restregármela
por la cara. Por la apertura que mediaba
entre sus piernas pude observar cómo la puerta se abría para dar paso a una
joven, pero joven de verdad, asumo de unos trece o catorce años. Ramón había
empezado a envestir con fuerza, en verdad tenía un miembro mayúsculo y la
necesidad de hacerlo explotar dentro de mi boca en menos de cinco minutos.
Frank, el director, le había dicho que contaba con cinco minutos exactos y no
más para correrse. Yo sabía que Ramón iba a cumplir perfectamente con los
tiempos porque siempre lo hacía. Su leche era de una precisión impresionante.
Lo conocía a Ramón desde el año 1999, ya para ese entonces yo era etiquetada
como inservible dentro de la industria del porno. En aquella época rondaba los
cuarenta largos. La joven del otro lado de la habitación disponía de toda una
vida por delante en la industria, aunque desde luego no sí se dedicaba a rodar
películas como esta, de bajo presupuesto, con temática obviamente para
inadaptados sociales…una película cuyo aviso para buscar actrices decía: “se
necesitan dos actrices para película XXX: una muy joven y otra muy vieja”. Y
parece que esa chica había respondido al anuncio, o quizás una mafia la había
llevado hasta allí. El caldo salino de Ramón rebasa mis labios, sin querer
incluso trago un poco, obviamente con la vejez he perdido habilidades, antes
podía alojar el líquido en medio del paladar haciendo una especie de cuenquito
con la lengua. Ya ves, ¿qué ha sido de
mí?
El plan de rodaje estaba claro, la niña solo podía entrar
cuando terminara de mamársela a Ramón. ¡Mierda, es todavía más joven de lo que
creí! ¿Qué le pasa a este imbécil?, ¿quiere que nos metan a todos en la cárcel?
La chica parecía francamente asustada, me daba cuenta de eso ahora que la
miraba desde más cerca, y gracias también al hecho de que hubieran desaparecido
la pelvis y el chorizo que me obstaculizaban la visión de manera intermitente.
¡Pobre niña! Todo su cuerpo tiembla como si fuera un flan. ¡Su desnudez y su
temblor! Como ramita de árbol de hoja caduca. Como Bambi intentando mantener el
equilibrio sobre sus trémulas patas.
Me gustaría decirle: “¿Estas llorando cielo?, escucha
corazón ya va a pasar”. Pero no puedo hacer eso, vaya si no puedo hacer eso. Me
gustaría decirle a Frank que se meta esta mierda por el culo, ese culo baboso y
lleno de almorranas que debe tener. He visto la lentitud con que se sienta, su
culo es un campo minado de eso no cabe duda.
Ayer se me cayó otro diente, ya solo me quedan cuatro en la
parte superior de la mandíbula, y cuatro en la posterior, al ritmo en que han
empezado a caerse supongo que en menos de un año habré perdido todos. ¡Pobre
chica! ¡Es extranjera! Es relativamente blanca pero no llega a ser blanca del
todo. Tiene los ojos llenos de lágrimas. Ramón ha dejado de tocarme el
culo y ahora me toca la teta izquierda.
Emplea el recurso manido de palpar con una mano mi teta y con la otra la de
ella. Te apuesto a que ahora va a pasar a los lametones, de mi pezón al suyo y
después a los mordiscos. ¡Todo es tan jodidamente repetitivo! No recuerdo la
última vez que me puse cachonda en medio de un rodaje, bueno en realidad en
medio de nada. Aunque a veces si me viene a la mente miembro de Samu. Ese judío
tenía una de las pollas sin capucha más grandes que había visto en mi vida, y
sabía utilizarla. Entonces, a los treinta y algo, ya era medio vieja para la
industria, y vieja y todo se me ocurrió la tremenda idea de enamorarme de
él. Un día, en medio de una escena de
sexo anal, Samu me abrazó alrededor de la cintura durante unos segundos, puede
que durante un minuto. Me tenía totalmente inmovilizada, desde fuera me daba
cuenta de que todo eso estaba mal. La gente quiere ver mete-saca y otra vez
mete- saca, y nosotros no nos movimos durante todo ese tiempo. Claro que yo
podría haber actuado, intentar zafarme un poco, intentar columpiarme haciendo
fuerza sobre las rodillas, pero no quería hacerlo, me gustaba estar así otra
vez con Samu. “Corten” dijo el director
porque pensó que me había cagado sobre la polla y los testículos de
Samu. A veces suceden estas cosas, y hay que parar para limpiar la mierda, y
después tienes que pasar unos minutos en el baño intentando expulsarlo todo.
Así que el director dijo: “corten”, mientras entregaba una toalla bañada en
alcohol a Samu, y Samu dijo “¿Qué?, No la necesito”. Y el director mirándome:
“¿No te has cagado?” Mirándome mientras yo seguía unida a Samu. “No jefe”, contesté.
Y entonces Samu volvió en sí y se separó de mí. Y me dieron unas ganas
terribles de llorar. Bajo esa cama, en ese estudio de mala muerte se había
abierto un vacío, una especie de agujero profundo, y absoluta y completamente
vacío. Supe también que, a partir de ese momento, las oportunidades que el amor
podía ofrecerme ya me las había ofrecido.
La niña ha dejado de llorar, Frank le pide que alce la
cabeza con un gesto en el que señala su
propio mentón y lo dirige con un movimiento anular hacía arriba. "Alza la
cabeza querida", le digo yo telepáticamente. Es horrible ser una niña
y estar envuelta en esto, y eso que
todavía no ha pasado nada, le esperan unas escenas bien sórdidas a la película.
Ahora Ramón ha empezado a masajear el ano y la vagina de la niña. La cara de la
niña no refleja ninguna expresión. Ha conseguido de alguna manera, vaciarse de
expresiones. Ahora que su cara es neutra me doy cuenta de que no es tan niña
como pensé en un principio, e incluso de que es muy posible que no demanden a
Frank al final. Luce unos pechos pequeños como dos pequeños botones, pero dudo
mucho que esos dos pequeños botones
puedan activar algo salvo traumas.
La mujer de la
limpieza espera tras la puerta del estudio, la veo detrás de la pequeña ventana
acristalada que hay en la parte superior de la misma. ¡Qué horrible Frank,
todavía falta más de media hora de rodaje y mira cómo te están presionando de
la manera más vil! ¡Hay que ser cojudo para haber estado en la cima del
estrellato, y caer luego de la manera más aberrante aplastado por tu propia historia!
Nadie sabe qué es lo que pasó en la vida de Frank, pero definitivamente pasó
algo. Este gringo que había llegado al
Perú a hacerse rico, blanquiñoso, con su cara de pavo, sobrevive a las calles de Lima en los
noventas y consigue hacerse rico para terminar tan enganchado a la cocaína, que
se dice, y por su aspecto puede ser verdad, que duerme apenas media hora al
día. Pero aún con todo y con eso, ¡eh ahí sus mejores años! Al final de la
década Alexis Amor, la estrella del porno peruano, prácticamente vivía de las
chambas que Frankie le ofrecía, claro
que ella todavía no era la estrella del cine porno peruano pero, de cualquier
forma, estaba claro que despuntaba maneras. ¿Qué le pasó?, ¿por qué terminó de
esta forma, anunciando en el peor periódico amarillista en circulación que
necesita dos actrices, una vieja y una joven para una película porno?
La joven se la chupa a Ramón mientras yo
me sobo las tetas. Era la época del “Chino”, y
Frankie lo quería al “Chino”, Frankie y 23 millones de
peruanos lo querían al “Chino”. A Frankie le había caído una buena plata, estoy
hablando de dólares y de una cifra de seis ceros, de parte de la mano derecha
del “Chino”, y yo le dije:- “Oye Frank, ¿qué vas a hacer con toda esa plata?” y
Frank me dijo: -“Tengo que sacar las películas del país”. –“¿Cómo que sacar las
películas del país?” Estaba claro que tenía que sacar las películas del país,
¿qué iba a hacer el Perú en medio de ese caos, con películas porno de primera
calidad?, porque en esa época Frankie era un maestro, y no había consumo para
su mierda de primera calidad, aunque quizá esa hubiera sido la mejor opción;
después de 25.000 muertos, después de los despidos generalizados, después de la
epidemia de cólera, o mejor después no, mejor mientras tanto, quizá la opción
hubiera sido cascarse la paja, cascarse la paja a todas horas, y olvidar la
tragedia por medio del hedonismo.
El problema es cuando miras a los ojos de un perro
abandonado. Esa mirada te atrapa, esa tristeza te remueve el alma, te succiona
algo por dentro. Hablando de succionar, no es mala esta chica, tiene técnica. Y
yo miré a los ojos de Frankie, cuando se quedó en la calle, cuando se supo todo
eso que nadie sabe porque se perdió en una dependencia judicial de forma harto
sospechosa.
La señora de la limpieza pasa por fin, después de que Ramón
termina de penetrar a la chica por el ano. Ramón viene de la mismísima Habana,
ni que decir que eso del pito de los negros no es un mito, cien por cien reales
los 29 centímetros del cubano que raya la cuarentena. En hombres no están mal
vistos los cuarentas, ¡hasta en esto hay machismo caracho!
La joven, se viste lentamente. Por la suavidad de sus gestos, por la forma
con que extiende la ropa a lo largo de su piel, cualquiera diría que acaba de
sufrir quemaduras de tercer grado. Quiero
hablar con ella pero también sé que a ella, como a mucha gente, le
espanta un poco mi aspecto. De hecho deben ser todavía observables los
rezagos del mono. El mono y mi cara
desdentada y arrugada.
No puedo drogarme, mi proveedor se molestó conmigo, y ha
desaparecido de la faz de la tierra, y ya no encuentro a nadie más que se
dedique al caballo, casi todos están ahora en el mercado de la coca. La coca es
el pan de cada día en Perú; abogados, empresarios, presidentes, congresistas,
taxistas, amas de casa, la cocaína está tan generalizada que es normal que a la
puerta de las discotecas te ofrezcan “un poco de nieve” perfectos desconocidos.
A mí nunca me gustó esa mierda, demasiado
amarga al bajar por la garganta, demasiada falsa la euforia. También puede que
se deba a que no me gustan las drogas que te acercan a la gente como sucede en
el caso de la coca. Me gustan las drogas que tienen el efecto contrario, que te
alejan de lo humano y te unen mucho más a ti mismo. Ese es el efecto del caballo.
Una puede sentir el más pequeño de los
pelos de sus genitales, la más minúscula partícula de su piel, y con todo esto
tan tuyo, te elevas, te vas a otro lado y flotas cuando tus células sedientas
reciben la descarga. Eso sí claro, yo sé, los que consumimos caballo damos
asco. Por alguna extraña razón al cuerpo del adicto no le gusta el agua, no
vemos la necesidad de bañarnos, y eso por no hablar de los agujeros que
presentamos en por todo el cuerpo.
Bueno, yo ya pasé la peor parte del mono, hace ya más de un
mes que no recibo un pinchazo, por eso estoy acá. Por eso y porque Frankie me
dijo: - “Tengo algo para ti”. Supongo que se siente culpable por haberme
arruinado la vida. Me dijo: - “He puesto un anuncio en el periódico pero en
realidad quiero que lo hagas tú”. –
“Gracias Frankie”, contesté.
En realidad la culpa
es mía, me quedé demasiado tiempo observando su mirada de perro abandonado y
eso definitivamente me cagó la vida. Aunque, a decir verdad, existe una especie
de nube negra sobre todos los que nos dedicamos al porno; son conocidísimos los
trágicos destinos de muchos de nosotros… por mencionar tan solo los más
resaltantes: John Holmes, norteamericano, una de las grandes estrellas de la
década de los setentas, reconocible por sus treinta y cinco centímetros de
miembro. Murió a finales de los ochentas presuntamente debido al cáncer de
colón, aunque otros dicen que fue el SIDA la enfermedad que lo mató. Linda
Lovelance, una de las actrices protagónicas de la película culmen de la industria pornográfica “Garganta profunda”.
En 1980 rompe con su pasado, como antes había roto con la prostitución para
dedicarse al porno, y se convierte en
activista contra la pornografía. En el año 2002 un accidente automovilístico la
deja en coma, del que solo sale cuando la familia decide desconectarla. Harry
Reems, el otro actor que formó parte del plantel de “Garganta profunda”, muere
a los 65, víctima del cáncer. Linda Wong una de las primeras actrices asiáticas
del cine XXX, cae en medio de una espiral de alcohol, drogas y fármacos. Muere
de sobredosis con 36 años en 1987. John Dough una de las estrellas del porno
norteamericano de los ochenta, se vuelve adicto a las drogas y su cuerpo
aparece suspendido a unos centímetros
del piso en su mansión de
California. Y por último, Moanna Pozzi,
actriz italiana, también trabajó como presentadora de televisión e incluso
incursionó brevemente en política. El cáncer acabó con ella a la corta edad de
treinta y tres años.
Yo, la verdad, ya viví lo mío con Samu. Me podría haber
muerto ahí, en los ochentas, con treinta
y pocos años. Con el Samu pingón, pingón y judío, y “tienes que convertirte para
que funcione con mis padres”, me decía. “Oye Samu, ¿estás loco? Algún día
sabrán a que nos dedicamos. ¿Tu Dios vengativo que arrasó son Sodoma y Gomorra
permite eso? Tu querido Yaveh, tus… tus padres...¡qué idiotez! Soy una mujer a
la que joden desconocidos, ¡y para concha me graban!, ¿no te das cuenta?” Pero
él siempre hablaba de salirse del negocio, no cabe duda de que sentía
remordimientos, como todos en parte. No por las puras escuchamos tanto tiempo,
desde chicos, lo del cielo y el infierno. Pero él más, él tenía más
remordimientos, y por eso hablaba casi a diario de salirse de la industria, de
seguir el camino. Por eso es que se acabó lo nuestro, y ya no nos vimos más
hasta aquella última grabación en la que el director me acercó la toalla porque
pensó que me había cagado.
¡Ah! Me podía haber quedado en los ochentas, por más
escasez que hubiera, por más inseguridad que hubiera, yo ni me enteraba. Ahora
sí me entero de cuando le falta el pinchazo a mis células que empiezan a latir
fuerte y llegan a las sienes. Pero miré a Frankie a los ojos…parece que está
actriz porno colombiana que Frank conoció, dice en un rodaje, estaba vinculada
con los cárteles. Yo para entonces también era una de las chicas principales de
Frank, pero Frank empezó a adelgazar, y de su noviecita nada más se supo, si
murió, si vivió… totalmente desaparecida
como si se la hubiera tragado la tierra. Y luego Frank estuvo de los nervios
cuando se descubrieron todos esos videos
que evidenciaban las extorsiones de la mano derecha del “Chino”. Y, ¿por qué sus películas salían en avionetas
desde la selva? Pero mi error fue mirar
a ese hijo de puta a los ojos cuando estaba herido, y me quedé a su lado
haciendo esa mierda de películas cada vez peores, y cada vez se necesitaba más
droga para rodar esa mierda. Yo lo miré a los ojos cuando estaba solo y
asustado, porque me recordaba a Samu siempre solo y asustado y porque de todas
maneras, este es el designio de los que nos dedicamos al porno.
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