lunes, 17 de octubre de 2016

Padre nuestro que estás en los cielos


Las cosas están así, me dijo sosteniendo ese fierro caliente entre sus manos, puedes hablar o callar, pero es muy probable que si callas te presente a este amiguito ardiente que tengo entre las manos.

¿Amiguito ardiente? ¿Qué es esto, una película porno? Dije con tono desabrido. Devuélveme mis cosas Harry, acabemos con esto cuanto antes.

No señor, no señor. Ha acabado el tiempo en el que tú dabas órdenes y los demás acatábamos calladamente.  ¿Sabes cuál es tu problema?, ¿quieres saber cuál es tu jodido problema? Que eres un tocapelotas. Siempre lo has sido. Dice Ramón que la semana pasada lo tuviste encerrado cinco horas en el almacén solo porque no te gusta el ruido que hace al respirar. ¿No te gusta el ruido que hace al respirar? Asientes con la cabeza ¿eh hijo de puta?¡Pesa doscientos kilos! ¡no seas estúpido! No pretenderás que suene como palomita. Y lo tuviste ahí por más de cinco horas, a ese gordo de mierda, en esa habitación sin ventanas en pleno mes de agosto. Por el amor de Dios, ¿qué cojones tienes en la cabeza? Vino a verme llorando, tirando mocos por acá y por allá, con la cara enrojecida como los huevos de satanás porque del estrés había estado rasca que te rasca. Y tú eres Tobías, el bueno de Tobías. El que nunca ha roto un plato.

Mira Harry, te propongo una cosa. Dejaré que se la mames al gordo si me sueltas inmediatamente. 

Te ríes. Te hace gracia, ¿no? Tobías el que todo lo responde con una ironía. El listo del barrio. El que se las tira a todas. Esa tal mengana que viene a verte casi todas las semanas como alma en pena, ¡pobre estúpida! ¡Qué pensará!, ¿qué hay algo parecido a un corazón entre tus costillas? Lo único que hay dentro de ti es mierda. Tu mierda egoísta y mal oliente. Para que sepas una cosa, le he dicho a Sam que tú ya no formas parte de esto, que te retire de la jugada. Y a tu noviecita le dije anoche que te habías ido a vivir con tu mujer y tus hijos. Que de improviso habías comprendido las bondades de la vida familiar.

Oye Harry, Sam no puede sacarme de nada. Sam no es nadie. Es una mierda todavía más insignificante que tú, ¿Cómo quieres que me saque de nada? Yo lo metí a él  en todo esto, y luego a ti.  Los dos deberías estar agradecidos, en lugar de haceros las nenazas ofendidas. Todavía estás a tiempo de soltarme, te juro que si me sueltas ahora, no os haré nada a tu novio el gordo y a ti.

El golpe seco del hierro sonó como un portazo sobre mis costillas. Se me plegó el estómago en una especie de arcada mientras intentaba sujetarme el tórax con las manos. Nunca pensé que se pudiera desprender el tórax de alguien pero esa era la sensación que tenía. ¡Joder hijo de puta! Eso es todo lo que sabes hacer? No me extraña que ese gordo marica fuera a contarte todos esos chismes, sois las dos igual de mariconas. Esta vez recibí el  hierro con la cara, la sangre sabía más salada desde la última vez. Podía contabilizar  con la lengua, al menos, tres dientes rotos. Escupí dos de ellos, el tercero creo que me lo tragué o lo confundí con un coagulo de sangre. ¿Qué mierda quieres, hijo de puta? Dije escupiendo una masa informe sobre el piso. ¿No  me vengas a decir que todo esto es porque encerré a un gordo durante cinco horas? Dime qué quieres de una puta vez.

Harry miró al suelo. Tenía una expresión triste en la cara. Era obvio que no quería hacer nada de lo que estaba haciendo. Había de tener algún propósito  para actuar así. Seguro el imbécil de Sam le habría propuesto algún tipo de ascenso si me sacaban de la escena. De cualquier forma el plan ya estaba jodido y eso era algo que sabíamos casi todos. Ya no había incentivos para nosotros. Yo que nunca he perseguido nada más allá de la diversión  me preguntaba qué estaba haciendo en medio de todo eso, pero  es verdad que Miguel era un buen hombre. Vaya sí lo queríamos todos por aquí. Era como el padre de cada uno de nosotros aunque suene estúpido, la verdad que ya no se trataba de dinero sino de despedirlo como dios manda.

Oye caraluna, Harry tenía el rostro agujereado por culpa una viruela infantil.  Podías ver todos esos cráteres inmensos en sus mejillas, en su frente; no hubiera sido tan extraño mandar un satélite que buscase agua ahí. ¿Qué quieres en verdad?, dime. Ya sabes que nos han descubierto así que deja de  hacerte el jodido amo. Ya no hay plan, ya no hay recompensa al final del viaje. Mataremos a los que le hicieron eso a Miguel y terminaremos nuestros días vagabundeando en México o algo peor.

Ah, ¡se me olvidaba!  El bueno de Tobías, lo único que quiere es vengar a Miguel. Es un puto superhéroe. Un vengador. Comemierda. Tú llegaste a un trato con el cartel. Tú ofreciste a Miguel en bandeja. Sam me enseñó las fotografías. Por eso estás aquí traidor asqueroso.

Las fotografías, ¿qué fotografías? No recordaba haberme acercado siquiera al cartel de los Quintero. Qué estás diciendo mamón de mierda. ¿Crees que soy una rata como tú?

La mano de Harry bajo por su cinturón, por un momento pensé que iba a ofrecerme su polla como buena maricona enferma. Estuvo rebuscando ahí un rato entre sus sucios huevos, cuando por fin sacó una vieja fotografía. En ella aparecía yo con el pequeño de los Quintero, teníamos poco más de diez años.

Mi carcajada resonó en todo el lugar. Era un sótano vacío, probablemente de alguna industria abandonada. La iluminación adentro era muy limitada. Olía a agua empozada y a barniz. Mira soplapoyas también de pequeño me hice una foto con Mickey Mouse, ¿no pensarás por eso que estoy vendiendo vuestros secretos a los ratones parisinos? Harry cara suela de zapato no pudo contener una carcajada.

Lo siento, Tobi, tenía que probarte, me dijo.

Eres el tío más estúpido que he conocido en mi vida Harry,  te lo digo de verdad. Los tres gorilas que escoltaban a Harry se rieron también.

Espera Tobi ahora mismo te suelto, me  dijo.

Harry llevó la mano al interior de su abrigo, pensé que iba a sacar la vieja navaja con la que se hurgaba las uñas. Pensé que iba a cortar las cuerdas  al rededor de mis muñecas.No vi llegar la bala que me voló los sesos. Solo tuve una fracción de segundo  para pensar que al menos me reuniría con lo más cercano a un padre que había tenido en la vida.

domingo, 16 de octubre de 2016

Me dijo que preguntara por un adhesivo para su dentadura. Ya no lo vendían en el Perú, o él no lograba encontrarlo. Preguntaré en las farmacias de España le dije, y una semana después de nuestro encuentro cayó inconsciente en medio de la calle. Aunque sé muy bien que está muerto, hoy me sentí culpable por no haber preguntado por el adhesivo tal como le prometí. Debí haber ignorado el hecho de que ya estuviera muerto o casi muerto durante mi estancia en España. Debí haber ido a la farmacia. Debí haber dicho, -hola buenos días, ¿tienes tal solución adhesiva en gel? Debí haber ido a una, dos, tres farmacias hasta encontrarla.

  La sangre se confunde detrás de los focos, ya no es roja, ya no es sangre. Las balas se equivocan al salir de las armas, ya no es ca...