viernes, 23 de agosto de 2013


 

Son las cuatro de la mañana. Jorge acaba de tener un sueño horrible, el mismo que se repite todas las noches desde hace meses. Está corriendo por el campo con sus primos y hermanos, deben estar jugando al escondite o a algo por el estilo. Cuando,  en plena carrera se da vuelta para avistar en qué puesto anda, y repara en que no hay nadie tras él, tampoco delante de él,  por un momento le parece que sea de noche, por el silencio y el grave sentimiento de desamparo que siente los niños  ante la oscuridad, pero lo cierto es que siguen siendo las cinco de la tarde de un largo verano infantil. Procede, entonces, a llamar a sus hermanos preocupado, en primera instancia, por su sangre más directa, después llama a sus primos, en ninguno de los dos reclamos obtiene respuestas. Entonces levanta la vista y ve las piernas blancas de su madre, blancas y flacas, todavía sin varices, sus piernas jóvenes y tersas, y esa visión lo calma y lo reconstruye, aunque sólo por un momento porque poco después, al subir la mirada hasta sus ojos  ve que está  llorando. Entonces se mira así mismo y se da cuenta de que  no tiene nada  para secar sus lágrimas, estaba jugando sin camiseta, y los pantalones ni hablar, su familia es una familia bien, donde no se estila quitarse los pantalones ni para enjugar el llanto de tu mami.  Ante la falta de cualquier otra cosa, Jorge decide usar sus mejillas como clínex al tiempo que se agarra de su cuello con fuerza. Su mamá, desprendiendo todo ese amor que de ella emana lo abraza también y, es, cuando parece que todo se va a normalizar con este abrazo, que su madre le dice al oído: -Yo sé donde están tus hermanitos, están debajo de la tierra.

El primer día de colegio se abrió como se abre cada año, con los niños a coro cantando el himno peruano. Jorge era, entre todos los niños de primaria, el que mejor manejaba la voz; podía alternar el agudo y el grave (aunque todavía tenía la voz aguda de niño podía imitar la voz de su papá durante unos minutos) y por ello, era el elegido siempre para hacer los solos en las siguientes estrofas: Largo tiempo el peruano oprimido, la ominosa cadena arrastró, condenado a una cruel servidumbre, largo tiempo, largo tiempo, largo tiempo en silencio gimió. Después, todos los niños tenían que rezar el Padre Nuestro y el Ave María (dispuestos en filas de veinte  los niveles de primaria) signarse y aplaudir.  Pero Jorge  no tenía demasiadas ganas de cantar ese día, la pesadilla de siempre por fin se había revelado en su totalidad, y el resultado del enigma que se venía planteando durante tanto tiempo  no podía ser peor.  Ya sabía por qué estaban sus hermanitos en la tierra, ya sabía que no eran los únicos, que sus primos también estaban enterrados.

Ernesto con sus grandes ojos acuosos, sus pestañas pequeñas, sus cachetes café con leche y  su cuellito de camisa bien limpito, levanta la mano en clase después de llevar un buen rato mirando a la nueva profesora: - ¿Miss, en España  hay himno?

-Sí, claro que hay himno Ernesto, sólo que nuestro himno no tiene letra.

Ernesto se ríe tímidamente guardando su barbilla en el cuello de la  camisa y continúa: - Pero Miss, ¿cómo no va a tener letra? ¿Entonces qué cantan?

-Muy buena pregunta Ernesto, la mayoría de las veces hacemos unos ruidos internos del tipo de: uh uh uhhhm uhmm uhhhm uh uhh uhh uh uh uhhhhh uh uhhh uhhh uh

Entonces  los niños se ríen, y Ernesto, después de lanzar su buena carcajada insiste: -¿Cómo va a ser Mis?  ¿Cómo así no va a tener letra?

-Ha tenido muchas letras, pero ninguna oficial, la gente no se pone de acuerdo en qué letra quedarse. Dependiendo de quién estuviera en el poder tenía una letra u otra. Más bien, ¿saben lo que podemos hacer chicos?(A la Miss que sólo lleva dando clases en Perú un par de semanas, le ha costado horrores adoptar la tercera persona del plural  para referirse a la segunda persona del plural, pero como los niños hubieran perdido toda su atención de haber dicho: Sabéis lo que podemos hacer, a la profesora no le ha quedado otro remedio que adaptarse, por ello ahora se siente orgullosa de esa tercera persona tan peruanamente dicha) Lo que podemos hacer es escribir nosotros una letra para el himno español,  tan huerfanito él,  tan pobrecito él que no tiene ni letra ( Los niños se vuelven a reír ante las caritas de pena que adopta la Miss mientras habla de la orfandad del himno). A ver chicos vamos a escribirle una letra, ¿Qué saben de España?

Por supuesto nadie responde: -Chicos venga no sean tímidos ¿qué saben de España? A ver Jorge  que estás muy callado, dime ¿sabes dónde queda España?

-¿En Europa Miss?

-Muy bien Jorge, España todavía sigue en Europa (de sobra sabe que los niños peruanos  de ocho años no saben nada de la crisis económica  que atraviesa el país, ni de las limitaciones que suponen,  para salir de ella,  los duros ajustes estructurales que impone la Unión Europea, por lo tanto bien sabe la profesora que los niños no entienden sus ironías, sin embargo no puede evitarlas)

-¿Qué te pasa Jorge? ¿te sientes mal? ¿te duele algo?

-No, Miss estoy perfecto, de verdad. La cara de Jorge ni se inmuta mientras responde, apenas abre la boca para contestar, es como si las palabras salieran de dentro solas, como vertidas por un cauce incontrolable y a la vez débil, que se cuela entre la garganta, y desciende en pequeño afluente por los dientes, para terminar mojando levemente el pupitre.  

El Colegio privado, “Santidad y Enseñanza” queda ubicado en La Chira, Chorrillos, distrito costero qué fue utilizado como puerto  tras ser tomado como  base de resistencia patriótica, el puerto del Callao.

-¿Saben qué países lindan con España?

-¿Lindan?- dice uno de los que se sientan en primera fila con tendencia a ser el gracioso- ¿Qué son bonitos, Miss?

-No, Lindan significa que son países que están junto a España, así como Perú linda con Ecuador.

-Miss, dice Aarón levantando la mano con claro signos de aburrimiento, ¿en España también se come sangresita?

Algún día hablaremos de la sangresita  de España pero por el momento tenemos un himno que hacer y la única estrofa que tenemos es; - España está en Europa todavía. O sea que la canción viene a ser más  o menos: uhhhhhhhhm uhhhm uhm uhmm uh uhhh uh uh España está en Europa uhum uhh uhhh uhhh uh uhhh uh uhhh. Hombre, mejor una estrofa que ninguna, pero yo creo que somos capaces de más.

-Miss (levanta la mano Silvana, una niña bajita que se sienta en la primera fila con cara de mujer aniñada y flaquita como ella sola) En España hay un Rey.

-¡No pues!, ¿Cómo va a ser? ¿un rey?

- Chicos es un rey, pero no como el que os imagináis, no el que se imaginan- se corrige así misma antes de que nadie la corrija- no es un rey medieval, sentado en su trono con un cetro de oro. Este rey que tenemos ni siquiera gobierna, no decide qué va a pasar en el país, es el  presidente de gobierno el que hace eso, decide sobre el país y representa a un partido,  éste sí sería igual que  Ollanta Humala.

Bueno entonces ya tenemos dos frases para el himno: uhmmm uhhmm uhhmmm uhmm uhh uh uhh España está en Europa todavía, tiene un rey y no gobierna él.  Todos los niños se ríen, todos menos Jorge.

Después de lo que le dijo su mamá Jorge está prácticamente seguro de que sus primos y hermanos se encuentran debajo de la tierra, porque se han colado por las alcantarillas como las Tortugas Ninja. Allí, bajo tierra, han de entrenar día y noche dotándose de la habilidad necesaria para acabar con el enemigo. No sabe si una rata es su maestro, o entrenan por su cuenta, aunque tiende a pensar lo primero porque son muy jóvenes cómo para sobrevivir a la vida subterránea sin guía. Se recrea,  entonces, en las deliciosas pizzas que estarán comiendo, y en lo bien que lo estarán pasando combatiendo a los malos, por lo que se siente frustrado y enfado, pues no entiende cómo han podido hacerle una cosa así, cómo han podido abandonarle en la superficie. Por otro lado, aunque es bien niño, sabe que de nada le servirá quejarse, debiendo más bien, ir en busca de esa alcantarilla, o hueco en la tierra por el que sus hermanos y primos descendieron, con toda seguridad Splinter tomará represalias en su nombre por el abandono sufrido.

 

Empieza, entonces, a escarbar la tierra con sus manos en los puntos que ve ligeramente levantados,  mientras siente el abrumador calor del verano en Cieneguilla. Se seca la frente con las manos húmedas a la vez que extiende la arena desde éstas a lo largo del rostro, el sonido del viento cálido se confunde con los autos que pasan frente al cercado de la casa, es en ese momento, cuándo todo parece demasiado real cómo para que hayan podido desaparecer sus hermanos y primos por motivos de superhéroes, cuando Jorge descubre en la arena, desenterrando un puntito blanco, un hueso chiquito, que después de ser observado con minuciosidad debe atribuirse al hueso de un esqueleto humano.  Sin darle mayor importancia guarda el hueso en sus pantalones para enseñárselo a sus hermanos en el momento en que los encuentre, y así poder, todos juntos, y con la ayuda de Splinter, resolver el caso del humano enterrado bajo tierra. Del humano enterrado bajo tierra- piensa- y recuerda las palabras que le susurró su mamá: Yo sé donde están tus hermanitos, están debajo de la tierra.

miércoles, 14 de agosto de 2013

La guerra


 

Me decía a mí mismo: “A medida que pase el tiempo irás olvidando esa pelea”, pero no la olvidaba. Fue el 15 de Abril del 85. Habíamos visto a Hagler perder el título mundial de la manera más vil en el setenta y nueve, cuando el árbitro, pese a la clara superioridad de Marvin (luego llamado Marvelous Hagler), quien dominó todo el combate, decidió el empate a favor de Vito Autofermo. Fue entonces cuando Hagler, con ese espíritu guerrero que tienen sólo algunos hombres, decidió combatir (nunca mejor dicho) la usurpación sufrida como diera lugar. Fue ese el mismo día en que se dijo mirándose a los puños: “estos han de ser mis jueces a partir de ahora”. Dicho y hecho, un año después se coronó como campeón mundial en la categoría de peso medio, y retuvo este título hasta que  el joven Thomas “Hitman” Heanrs,  o “Motor City Cobra” que se había quedado a las puertas de ganar el welter contra Sugar Ray, con sólo esta pelea en contra, le salió al paso,  insistió y volvió a insistir a los representantes de Hagler, en busca de esa oportunidad que podía otorgarle el título dorado de campeón mundial. Por fin el combate se fijó para el quince de abril del ochenta y cinco, uno de los días más tristes de mi vida. 

Desde el minuto numero uno de pelea tuve una extraña y contradictoria sensación. Después, por cómo se fueron dando las cosas esa noche, llegué a intuir,  que más que una sensación se trataba de un presagio. El caso es que era (teniendo en cuenta los pros y los contras) puedo decir que era un sentimiento maravilloso, el que de pronto creció en mi estomago y empezó a tironearme del corazón y de los testículos. Fue como estar sorprendentemente alegre y esperanzado, pero conservando, a la vez, cierto regusto amargo que podría hacer pensar que, o bien esa sensación era imaginaria, no sustentada en hechos reales o en felicidades venideras, o bien sí podría estar basada en un futuro promisorio, que de la noche a la mañana se trunca, dejándote infinitamente peor de como estabas al principio. El hecho es que durante toda la pelea tuve una erección del carajo, por suerte el combate duró solamente nueve minutos porque no hubiera podido aguantar doce rounds con tremenda inflamación en la parte baja.

Fuimos a ver el combate a la casa de Rafa, donde vive con sus padres y sus dos hermanas. Fuimos allí porque por su graduación, le compraron un televisor de los grandotes, según sus propias palabras su nueva tele era como dos veces la mía, así que había estado insistiéndonos toda la semana sobre lo paja que iba a ser ver el combate en su nuevo aparato, y esto y lo otro, al final nosotros unicamente queríamos un cuarto donde chupar, y un televisor donde pudieran distinguirse las figuras de los boxeadores.

Cuando llegamos allá no había nadie, sus padres se habían ido a una casa que tenían en el campo, y sus dos hermanas pequeñas, por supuesto, les habían acompañado. Así que ahí estábamos Rafa, Hernán(otro chico del gimansio) y yo, con esa extraña sensación en el estómago, con ese latir agitado de corazón y esa erección de caballo, intentando aguantar sentado en alguna posición (probé varías con la esperanza de aliviar mi arrechura) pero no conseguí nada. Y el estomago, y el corazón, y Hagler que sale del cuadrilátero como quien espera años ese combate, con los puños quemándole al verse por fin ahí, donde siempre quiso estar, defendiendo por onceaba vez su título.

El primer mejor asalto de la historia (como fue reconocido por la mayoría de los especialistas) empezó con la mirada aguerrida de Hearns desde el cuadrilátero, y desde ese momento hasta el final del tercer round, todo fue una confusión de ganchos y directos, sucediéndose con tal intensidad que verdaderamente nadie podía creer que se tratara de un combate auténtico, y no de la escena de una película sobre boxeadores. Los dos se estaban buscando, los dos se estaban esperando, salieron convencidos, salieron dispuestos a dejarse el cuerpo y la cara en el ring, salieron a matar. En el tercer round, la brecha que Hearns había hecho en el párpado de Hagler empezó a abrirse, cuando el árbitro advirtió al boxeador que el combate no podía durar mucho tiempo con esa herida botando sangre sin parar. El tercer round iba a ser el último round, por lo que Hagler se dijo: “Bueno no me queda mucho tiempo para ganar”, y entonces le encajó tremendo nocaut a “Hitman”, dejándolo tirado en el suelo, haciendo un vano esfuerzo por incorporarse.  Durante esos casi nueve minutos todos los boxeadores del mundo volvimos a nacer, estoy casi seguro de que todos sentimos lo mismo, sentimos esa pasión, ese arrojo que nos hizo meternos en el boxeo cuando no sabíamos nada de técnica, pero sí sabíamos como vibra un puño cuando tienes enfrente la cara de tu rival. Sin pensar en conteos, sin pensar quién es el vencedor de las apuestas, sin pensar en nada. Sólo sintiendo: -¡Yo he nacido para esto, maldita sea!

Después del combate  recordé que estaba en Barranco, que Manuel vivía por ahí, y pensé: ¡Pucha, también has nacido para eso…maldita sea!

  La sangre se confunde detrás de los focos, ya no es roja, ya no es sangre. Las balas se equivocan al salir de las armas, ya no es ca...