sábado, 25 de julio de 2009

Como de improviso, en uno de esos días en que Albacete parece una castaña pilonga en la que el sol ha incidido con tanta fuerza que apenas se reconoce ya sus dias de juventud. En uno de esos días en que el viento de soslayo observa la llanura manchega y con todo esmero agita, en su balanceo, el cuchillo de untar nocilla que un gigante olvidadizo dejó clavado frente al ayuntamiento. En uno de esos días que, como digo, no hay nada mejor que hacer que registrar la habitación de mis hermanos buscando chicles, me encontraba yo, bastante meditativa, en la zozobra (siempre quise utilizar esa palabra) de pensamientos peligrosos, por lo demás, un poco tristes. Y así sin más, con el eco de “Amar en tiempos revueltos” como música de ambiente, una voz, no se muy bien como definirla, un poco gangosa, un poco nasal y a la vez masculina, se impuso al diálogo televisivo, por detrás de mi espalda, subiendo ahora por mi nuca, despacio tan lentamente que estuve dispuesta a casarme con quien quiera que dijera esas… no eran palabras, no al menos en un diccionario occidental. Era más bien un: turururuururu que después supe era en realidad dodoododo, y al cabo, un coro femenino que dice exactamente lo mismo que la voz gangosa dooo doo do do do doododoodo. Aunque el miedo paralizaba cada uno de mis miembros, lo cierto es que ya no podía aguantar por más tiempo esa incertidumbre, ¿quién había detrás de mi? ¡Dios mio! ¿Con qué extraño propósito musicalizaba esas silabas?. Intenté relajarme antes de dar el paso crucial de girar la cabeza, o con tremendo manotazo quitarme el sonsonete de detrás de la oreja, muera quien muera. No importaba nada quién saliera perjudicado con mi acción, lo único que, en ese momento me interesaba, era no salir perjudicada yo. Y es que, por esa epoca lo unico que buscaba era protegerme a mi misma, sabía de sobra, que cuando estas perdida, cuando estás un poco lost in the jungle, cualquier estúpidez te parece una revelación, y te aferras como Raul al bloqueo, como esa familia de liliputienses alemanes al bigote de Nietzsche, a cualquier sonido gutural que pueda indicarte el camino, mostrarte lo que debes hacer. Y tan perdida estaba yo! Tanto buscaba que alguien me dijera lo que debía hacer, que por primera vez supe que debía descifrar detrás del tururur turuuru el por qué de mi existencia. Debía hacerlo de forma cabal, ser precisa en mis movimientos era, con poco, el paso más determinante que habría de dar por el resto de los restos. Mientras conjeturaba esa panacea de pensamientos sin acción, mi extraño y gangoso amigo comenzaba a inquietarse, levantaba la voz a cada rato intentando, en vano, reclamar mi atención. Mientras yo, por mi parte, ya tenía el tu ruru tan adentro de mi tímpano que no me había dado cuenta que acababa de morir en la novela, Juanito el Chico.

Y bien, al fin, tuvo que ser él quien diera el primer paso y lo hizo de manera tan repentina que apenas me dio tiempo a reaccionar. De pronto se colocó justo frente a mi, mientras, con mirada lasciva, me recorría de arriba abajo, no puedo decir que no fuera adulador, si que lo era, cualquier mirada lasciva dirigida contra una, lo es. El problema es que al momento pensé que no era más que un viejo verde, al que le había dado por cantar a ras de mi oido, ¡como a tantos, tantísimos viejos verdes!. En Albacete había uno al que lo llamaban “el gato”, era conocido con ese apodo en los alredores del instituto 5, porque su modus operandi era seguirte desde allí hasta el molino de la feria, a una distancia prudencial, y sin dejar de decir “miau miau miau”. Miré, entonces, a mi gangoso amigo, a ver si reconocía en sus arrugas, el rostro arrugado del gato, pero no, no era él. De hecho le empezaba a encontrar una especie de parecido a alguien, a alguien legendario, un antiguo samurai, David Carradine y sus pajas de ultratumba, no no no era eso. Este artista, como dice mi abuela, este artista trabaja bastante bien, si de eso esto segura, este artista además tenía un conjunto. Cavilando todas estas posibilidades me encontraba yo cuando, por fin dijo algo con lo esclareció todas mis dudas entre un dododo que parecía, tururuu y otro dodododo dijo: “Hey babe take a walk on the wild side” doo doo doo do do do do doooo do do. Oh, dios! Pero si era Lou Reed incitandome al lado salvaje! Pero qué improperio Lou!, el caso es que se me antojaba conocido antes de saber quien era, pero lo asimilaba más bien como un conocido de la infancia, podría haber sido, perfectamente, uno de esos amigos palomeros de mi padre, que le doblan la edad y que me apestaban con sus puros en el camino de vuelta desde la Solana a Albacete. Pero el camino que Lou había trazado para mi no llevaba de bagaje ni el disco recopilatorio de los chichos, ni el puro de Lozolla, no, Lou me proponía algo mucho muchísimo más atrevido.El caso es que sí, debí haberlo reconocido porque de todas maneras me había reencontrado con la imagen de Lou hace bien poco mientras cambiaba histerica los canales de la televisión, apareció la única canción de los Killers que me gusta de verdad, la más triste por descontado, y ahí estaba él cantando también en ese homenaje que le estaban brindando.

Estaba frente a frente con el gran Lou Reed, no sabía que hacer, pensé en escarvarme la nariz y tirarle una pelotilla, pero quien sabe, quizá Lou no promulga con ese humor. Entonces me decidí por fin, a hablarle directamente, a esta altura esa me parecía la única solución. Me acerqué a él un poco más y le dije: Lou por favor, Mr Reed por favor, ¿qué signfican sus palabras? ¿Ha venido hasta mi para guiarme no es asi? Mis ojos centelleaban en miles de eclosiones, de chirivitas, la alegría se extendía entre mis vasos sanguineos aferrada a la esperanza de que el bueno de Lou dijera un simple si, un simple yes. Pero no, no me contestó eso, que va!, es más, me contestó de la forma que más toca las pelotas, con otra pregunta y recitando una estrofa de la canción de los killers a la que me referí antes: Close call, was it love or was it just easy?
En ese momento estuve absolutamente segura, el viejo Lou estaba completamente enajenado. Intenté amenazarle para que me dijera algo coherente de la manera más gravosa que se me ocurrió, le dije que si no me contestaba sin rodeos me haría gay y pop artista y le obligaría a cantar con una modelo alemana. “¡Si Lou, sabes que lo haría, y tú no podrías más que aceptarlo sin rechistar!”

Sin embargo al cabo de unos minutos empecé a analizar sus palabras: ¿Fue amor, o fue demasiado fácil?. Mierda Lou! Perdoname, no entendí el significado de tus palabras hasta ahora. Tienes toda la razón, justo sobre eso llevaba toda la mañana pensanado antes de que ti, sólo que en mi pensamiento no se había materializado en una pregunta, por un lado tan pedante, tan cursi, y a la vez tan concisa. En verdad Lou Reed, creo que tienes razón, ese fue el problema. Demasiado fácil, demasiado rápido, demasiado feeling, y todo el mundo sabe, no sé por que clase de axioma impuesto por un maligno muy maligno personaje, que para que se de el amor hay que sufrir. Mientras le decía todo esto, Lou me miraba con sus ojos abiertos y humedos como los ojos de un besugo, seguía moviendo la boca, gesticulando do dododo, pero sin emitir sonido alguno, lo cual me hacía pensar que no estaba prestándo demasiada atención a mi conversación. Pero todo eso era futil, pues bien me había dado cuenta ya, a través de su pregunta anterior, que Lou transciende las leyes de lo humano, es algo así como el primer filósofo, pero sin barriga sacrosanta y sin tupidas barbas.

En ese momento, dije: ya, al cuerno! Voy a confesarselo a Lou, no tengo nada que perder, carraspee levemente pues quería que sonara rotundo y me atreví, pese a toda la preparación, sólo a mascullar: “Lou, me mola mogollón Satanás”.
Pero tienes razón, Lou, tengo que sufrir muchísimo más, tengo que estar ahí como fingida amiga, por lo demás, eso es lo que él me propuso. Tengo que esperar en la sombra como Gorvachov, exteriorizándo magníficas intenciones, para después cuando nadie lo espere zas!!! Cargarme el puto politburó….nonono, lo siento Lou, es contra natura, yo no soy revisionista, sé, de sobra sé que es lo que tengo que hacer. Pero también sé, que significa pasar por un camino muy árduo, que bien mirado, por más que Satanás valga la pena, es demasiado duro de recorrer. Tendría que sonreir mientras liga con niñas bajas en un lugar de la mancha, de cuyos nombres no puede acordarse, y obligatoriamente, contestar a esas muestras de afecto ajenas a mi, con chupito y lenguetazo a cualquier palomo, siempre y cuando, la escena entre en el ángulo de su visión. Pero dios Lou, eso a estas alturas… y ahora, que recien he descubierto que ya no me gusta sufrir!. Dime algo Lou por favor!!!!

Por fin Lou atendiendo a mi reclamo me contesto: Just a perfect day;you make me forget myself!.......
A lo que yo repliqué: Bueno Lou, reconocerás que eso si que no tiene ningún sentido, quizás me he equivocado.. quizás si, es muy posible que me haya equivocado contigo, de todas formas gracias, me has ayudado ordenar mis pensamientos, haré mi vida normal, y dios sabe, de qué forma, algún día… y entonces, para mi sorpresa, Lou terminó la frase: Perhaps!

  La sangre se confunde detrás de los focos, ya no es roja, ya no es sangre. Las balas se equivocan al salir de las armas, ya no es ca...