Después de cinco años estudiando una carrera,
Pero no a la manera de la juventud(a base de calimochos y pellas) sino de los antiguos teólogos y estudiosos de las santas escrituras, con la lúgubre luz abriéndose paso entre los bloques de cemento ajados por los años, y las crípticas telarañas, y los días marcados con palitos y esfuerzo en la piedra caliza
Así rechazando fiestas y asistiendo a fiestas también
Con mis diez horas de escritorio, con el trasero hincándose en la silla que tiene el reposagluteos de mimbre, como la de la habitación de Van Gogh en Arles
Después de todo eso, yo voy en el tranvía y contemplo mi bíceps
Extasiada! Maravilla en el claroscuro que lo limita, que lo enmarca en toda su fibrosa naturaleza! ¡Así de esa manera tan fútil me recreo en cosas tan vulgares!
Después de luchar con hombres igualitos a mí (o mejores),¡ con ese humor! Con esa rapidez de pensamiento! Con esa cultura no parcial sino general! y esa ternura que se evapora, que explota confundida con la nada en magnitudes colosales, y no sólo se lleva la civilización y el progreso creado por la civilización, sino que borra también y de un plumazo, el hecho de que el órgano sexual llamase falo, por una mezcla de elementos vete tú a saber si son A, B o Z, no se ice por una vez (la primera) a la manera de bandera, así sea por segundos así sea por timidez, hace que desaparezca(dejando el terreno desolado) todo medio biótico y abiótico que había conformado esa relación. Así que después de tanta lucha contra el orgullo fálico masculino al que le da igual lo que tengamos en común, estoy dando clases de informática y me miro el bíceps.
También después de cinco años de relación y una ruptura por email, estoy trabajando en Nike Factory y me miro el bíceps. A veces miro también mis muslos firmes frente al espejo. Cuando observo a España, en la que nunca fui mileurista pero de la que sí recibí becas, que me crearon la ilusión de nuevas becas que de hecho me daban, no por mi bíceps, sino por mi esfuerzo y por la renta, y después simplemente por mi esfuerzo, para que al final, al caer en la crisis bajo la conspicua mirada de Merkel que nunca sé si es ella o Jessica Fletcher, y el boquiabierto, lacónico, sudapatillas y lamegenitalesdegato de Rajoy, me tiren a la cuneta de España, directamente donde van los desperdicios, donde van los desechos neoliberales, de esa gran fábrica industrial situada en algún lugar de un país en desarrollo(si al FMI se aviene a llamarlo así, y no país subdesarrollado o en vías de desarrollo, underdevelopment como diría Truman) y todo ello porque en el Tercer Mundo es más difícil que se observe detenidamente la legislación medioambiental.
Así que, después de todo lo anterior, no me avergüenzo en decir que ¡AMO MI BICEPS!, el primer trabajo que me sale rentable, razón de más para vanagloriarme y gloriarme sin vana, pues no hay nada de malo en ello, sólo pura admiración por el esfuerzo debidamente recompensado.
Pero no a la manera de la juventud(a base de calimochos y pellas) sino de los antiguos teólogos y estudiosos de las santas escrituras, con la lúgubre luz abriéndose paso entre los bloques de cemento ajados por los años, y las crípticas telarañas, y los días marcados con palitos y esfuerzo en la piedra caliza
Así rechazando fiestas y asistiendo a fiestas también
Con mis diez horas de escritorio, con el trasero hincándose en la silla que tiene el reposagluteos de mimbre, como la de la habitación de Van Gogh en Arles
Después de todo eso, yo voy en el tranvía y contemplo mi bíceps
Extasiada! Maravilla en el claroscuro que lo limita, que lo enmarca en toda su fibrosa naturaleza! ¡Así de esa manera tan fútil me recreo en cosas tan vulgares!
Después de luchar con hombres igualitos a mí (o mejores),¡ con ese humor! Con esa rapidez de pensamiento! Con esa cultura no parcial sino general! y esa ternura que se evapora, que explota confundida con la nada en magnitudes colosales, y no sólo se lleva la civilización y el progreso creado por la civilización, sino que borra también y de un plumazo, el hecho de que el órgano sexual llamase falo, por una mezcla de elementos vete tú a saber si son A, B o Z, no se ice por una vez (la primera) a la manera de bandera, así sea por segundos así sea por timidez, hace que desaparezca(dejando el terreno desolado) todo medio biótico y abiótico que había conformado esa relación. Así que después de tanta lucha contra el orgullo fálico masculino al que le da igual lo que tengamos en común, estoy dando clases de informática y me miro el bíceps.
También después de cinco años de relación y una ruptura por email, estoy trabajando en Nike Factory y me miro el bíceps. A veces miro también mis muslos firmes frente al espejo. Cuando observo a España, en la que nunca fui mileurista pero de la que sí recibí becas, que me crearon la ilusión de nuevas becas que de hecho me daban, no por mi bíceps, sino por mi esfuerzo y por la renta, y después simplemente por mi esfuerzo, para que al final, al caer en la crisis bajo la conspicua mirada de Merkel que nunca sé si es ella o Jessica Fletcher, y el boquiabierto, lacónico, sudapatillas y lamegenitalesdegato de Rajoy, me tiren a la cuneta de España, directamente donde van los desperdicios, donde van los desechos neoliberales, de esa gran fábrica industrial situada en algún lugar de un país en desarrollo(si al FMI se aviene a llamarlo así, y no país subdesarrollado o en vías de desarrollo, underdevelopment como diría Truman) y todo ello porque en el Tercer Mundo es más difícil que se observe detenidamente la legislación medioambiental.
Así que, después de todo lo anterior, no me avergüenzo en decir que ¡AMO MI BICEPS!, el primer trabajo que me sale rentable, razón de más para vanagloriarme y gloriarme sin vana, pues no hay nada de malo en ello, sólo pura admiración por el esfuerzo debidamente recompensado.